jueves, 2 de diciembre de 2010

Pallatanga, Descanso y Turismo de Aventura





Desde hace dos años, el turismo de la Costa se ha inclinado por este cantón de Chimborazo, ubicado a 140 km de Guayaquil y a dos horas de viaje, que goza de un clima templado.

Se pone un overol azul y un casco negro. Pedro Saldaña refleja el miedo en su rostro, pues es la primera vez que hace parapente, pero lo supera rápido para escuchar con atención las indicaciones de Jorge Mora: “La vestimenta lo protegerá del frío y el casco de una posible caída brusca al aterrizar”.

Saldaña carga una especie de mochila en su espalda, una vez en el aire debe hacer los brazos hacia atrás, coger los cinturones que rodean sus piernas y sentarse en una especie de silla que está dentro de la mochila, según le explica Jorge Mora, quien lleva seis años practicando esta disciplina.

De pronto, el viento los arrastra junto con la tela de las alas del parapente y Mora grita ¡corre! ¡corre! Ambos bajan la colina rápidamente y enseguida están volando sobre los campos, haciendas, piscinas de tilapia y montañas que conforman el paisaje de este cantón de Chimborazo.

Luego de ocho minutos de vuelo aterrizan en un campo verde, cerca del mirador Balazul desde donde se lanzaron. Con una sonrisa que no le cabe en el rostro, Saldaña relata que cayeron de pie, sin mayores problemas, que “lo único pesado es la recogida del equipo”.

Esta es una de las actividades que ofrece la hostería Ecovita, que hasta hace dos años fue una hacienda familiar, cuyos propietarios decidieron convertirla en un centro de descanso para aprovechar la naturaleza que la rodea.

Está ubicada a dos horas de Guayaquil, 140 kilómetros de recorrido por la vía Bucay-Pallatanga. Son dos hectáreas de terreno rodeadas por el río Coca, cuyas aguas arrullan a las personas que descansan en las hamacas, almuerzan en el restaurante del lugar o duermen en el área para acampar.

La hostería ofrece una clase de turismo sostenible, comenta Ricardo Salazar, gerente del lugar. “La gente encuentra un lugar donde descansar y hacer actividades de aventura, pero al mismo tiempo respetamos el medio ambiente y les enseñamos a ser buenos turistas”.

En este lugar, a más de hospedarse en habitaciones o carpas, se puede aprender a ordeñar una vaca, sembrar su propio árbol y conocer sobre la flora y fauna de la zona. Además de realizar un recorrido por el parque central del cantón o ir a otros lugares de la provincia.

“Hasta hace un año la gente no conocía Pallatanga, pero ahora ya nos buscan por internet y se interesan en venir, sobre todo gente de la Costa que ya está cansada de ir solo a la playa y quiere lugares diferentes”, explica Salazar.

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